"Este espacio está dedicado especialmente a la Sierra de Guadarrama, y uno de los objetivos será introducirse en la toponimia serrana. Quien esto escribe busca en las montañas toda la esencia que encierran; el paisaje, la historia, o la cultura, son elementos que uno considera inseparables y que forjan el sentimiento hacia la naturaleza, más alla del caracter meramente deportivo. Por ser una afición a la que dedico menos tiempo del deseado, que nadie busque aquí una referencia de esta Sierra, para lo cual hay otros medios y autores; solo se pretende mostrar rincones, y tratar de interpretar lo que se nos ha transmitido con el paso de los años. Pasen y lean con tranquilidad."

Poetas, Escritores y Sierra de Guadarrama V, 2ª parte (Institucionismo, ILE, y Generación del 98)

"La coexistencia del movimiento Modernista y la Generación del 98 ha contribuido en discrepar a la hora de definir la nómina de componentes noventayochistas, ya que según la obra o estudio que se consulte encontraremos algunas variaciones. Ni el mismo Azorín (ABC, febrero 1913), que dio contenido al concepto Generación del 98, y Ortega y Gasset (El Imparcial, febrero 1913) que unos días antes acuña el término y se hace partícipe del grupo, coincidían en definir los límites generacionales y sus componentes. Lo que es coincidente es que con el Modernismo surgió la Generación del 98, aun cuando alguno de sus miembros declaró en su día no sentirse integrante de tal corriente."

Como escribe Antonio Heredia Soriano en "Realidad Histórica y Generación del 98", el término/concepto "Nació de dos madres tarde y a deshora, en 1913, y por tanto bifurcado..."; mientras Mª D. Gomez Molleda en "Los reformadores de la España Contemporánea", abre el abanico noventayochista, incluyendo como posibles hombres de la Generación a intelectuales de la cátedra e investigación como Altamira, Posada, Onis, etc., afirmando además que la Generación del 98 fue una extensión del Institucionismo de Giner, movimientos ambos, fuertemente ligados.

Pio Baroja y Nessi (San Sebastián 1872-Madrid 1956) estudió y se doctoró en medicina, profesión que ejerció durante dos años. Se instaló en Madrid con su hermano Ricardo donde, por seis años, regentaron una panadería de unos tíos suyos. En la capital comenzó a escribir artículos de prensa, hasta que en 1900 escribe su primera obra literaria "Vidas Sombrías". Es nombrado en 1935 académico de la RAE. No sentía la Generación del 98 como tal, escribiendo en el autobiográfico "Divagaciones Apasionadas": "...Yo no creo que haya habido, ni que haya, una generación de 1898. Si la hay, yo no pertenezco a ella.[...] No me ha parecido nunca uno de los aciertos de 'Azorín', el bautizador y casi el inventor de esa generación, el de asociar los nombres de unos cuantos escritores a una fecha de derrota de un país, en la cual ellos no tuvieron la menor parte..."

Aun sin sentirse del 98, coincidía con sus contemporáneos en la visión pesimista de la sociedad española, y el amor/pasión por Castilla. Baroja hace del paisaje algo "móvil, dinámico, en apariencia pausado" (E. Martínez de Pisón en "Imagen del Paisaje"), "conciliando la estática y la dinámica" (R. Cansinos Assens en "La Nueva Literatura"). Su afición a viajar le lleva a recorrer buena parte de la geografía española, junto con su hermano Ricardo, su sobrino, y en ocasiones Azorín y Ortega y Gasset. El paisaje forma parte de sus novelas, no como elemento exclusivamente escénico, sino como algo espiritual que penetra en el interior de los personajes, incluso como un protagonista más.

En "Camino de Perfección (Pasión Mística)", novela publicada en 1902, Baroja nos narra la vida de Fernando Ossorio, y su viaje hacia una limpieza espiritual, de un hombre atormentado y repleto de miedos y temores. Ossorio antes de iniciar el viaje pasea por la Castellana, y ya Baroja nos describe el horizonte madrileño: "...El cielo estaba puro, limpio, azul, transparente. A lo lejos, por detrás de una fila de altos chopos del Hipódromo, se ocultaba el sol, echando sus últimos resplandores anaranjados sobre las copas verdes de los árboles [...] La sierra se destacaba como una mancha azul violácea, suave, en la faja de horizonte cercana al suelo, que era de una amarillez de ópalo..."

El protagonista, Ossorio, siguiendo el consejo de un viejo amigo, decide dejar la ciudad que le martiriza y en la que se siente vacío "Sal de Madrid...Por los caminos, a pie, por donde tengas que sufrir incomodidades, molestias, dolores...", y toma camino a Colmenar y Manzanares, para llegar a Rascafría y descansar en El Paular. Baroja describe la ruinosa cartuja huyendo de "toda pompa y ornato inútil" (Cansinos Assens en "La Nueva Literatura"): "...Se sentía allí en aquellos patios desiertos un reposo absoluto. Sobre todo, el cementerio del convento era de una gran poesía. Era huerto tranquilo, reposado, venerable. Un patio con arrayanes y cipreses en donde palpitaba un recogimiento solemne, un silencio sólo interrumpido por el murmullo de una fuente que cantaba invariable y monótona su eterna canción no comprendida..."

En la cartuja, Ossorio conoce a Max Schultze (personificación barojiana de su amigo suizo Pablo Schmitz) con el que dialoga sobre lo que le horroriza, a lo que Schultze le da posible solución "...Para esa misticidad, el mejor remedio es el ejercicio. Yo tuve una sobreexcitación nerviosa, y me la curé andando mucho y leyendo a Nietzsche. ¿Lo conoce usted?..." A la mañana siguiente, tras las conversaciones sobre inquietudes filosóficas, Schultze invitó a Ossorio a subir a la montaña de Peñalara "...Creo que le conviene a usted castigar el cuerpo, para que las malas ideas se vayan...", y así fue.

Leer a Baroja es "subir de su mano" a Peñalara, transporta al lector, en cada paso, a su cumbre; le hace sentir el olor de la tierra y la vegetación, e incluso notar la caricia de la brisa en el rostro. Baroja penetra en el paisaje, y este en él, y lo transmite de forma sencilla huyendo de la retórica: "...Charlando iban subiendo el monte, se internaban por entre selvas de carrascas espesas con claros en medio. A veces cruzaban por bosques, entre grandes árboles secos, caídos, de color blanco.[...]A su lado corría un torrente, saltando, cayendo desde grandes alturas como cinta de plata.[...]Anochecido llegaron a la laguna y anduvieron reconociendo los alrededores por todas partes a ver si encontraban alguna cueva o socavón donde meterse. Era aquello un verdadero páramo, lleno de piedras, desabrigado; el viento, muy frío, azotaba allí con violencia. Era un paisaje extraño, un paisaje cósmico, algo como un lugar de planeta inhabitado.[...]Cuando aun creían que era media noche, comenzaron a correr nubes plomizas por el cielo.[...]De pronto apareció sobre las largas nubes azules una estría roja, el horizonte se iluminó con resplandores de fuego, y por encima de las lejanas montañas el disco del sol miró a la tierra y la cubrió con la gloria y la magnificencia de los rayos de su inyectada pupila. Los montes tomaron colores: el sol brilló en la superficie tersa y sin ondas de la laguna. Después de admirar el espectáculo de la aurora se decidieron los dos a subir a la cumbre del monte..."

La mayor parte de la obra de Baroja fue escrita en prosa narrativa, aunque no descuidó la poesía, concentrando toda su producción poética en "Canciones del Suburbio", poemas escritos en la vejez (como él mismo dice en la introducción del libro), en París, y durante el exilio de la Guerra Civil. En la Explicación inicial del libro se pregunta "¿Por qué se me ocurrió una idea tan lejana a mis gustos?, donde se responde a si mismo "Se me ocurrió por aburrimiento". En este género literario poetizó a la Sierra en el poema "El Guadarrama" (Recuerdos de Vagabundo: I Sensaciones de Otoño):

"Muralla del Guadarrama,
cielo azul, resplandeciente,
aire de tarde, relente,
viento que silba y que brama,
olor de jara y retama,
de tomillo y de romero;
montes de color de acero,
ceñuda tranquilidad,
reposo, serenidad,
lento anochecer severo."

De sus visitas a El Paular, Baroja recuerda en verso su paso por la Cartuja. En el capítulo Juventud, XXXV "El Claustro del Paular" leemos:

"En aquel claustro romántico
del convento del Paular
hemos discutido mucho
de Schopenhauer y Kant,
de la vida, del misterio
del más acá y más allá.
Alguno que nos escucha
llega en su animosidad
a decirnos que perdemos
el tiempo sin más ni más.
....................................
Nada debe de importarnos.
Está bien el divagar
y el perder un poco el tiempo
en discutir con afán
en este claustro romántico
del convento del Paular."

José Martínez Ruíz, Azorín (Monóvar 1873-Madrid 1967), de familia de clase media, estudia bachillerato en los Escolapios de Yecla, y cursa estudios de Derecho en Valencia, Granada, Salamanca y Madrid. Instalado en la capital, no termina los estudios, y se inicia en la literatura (novela , ensayos, teatro y artículos de prensa) y el periodismo, colaborando en diferentes diarios y revistas (El Pueblo y ABC entre otros). De ideas radicales y anarquistas en su juventud, pasó a moderarse y ser diputado en el gobierno conservador de Maura, lo que le distanció en cierta medida de su amigo Pio Baroja. Con éste y Ramiro de Maeztu formaron el "Grupo de los Tres", antecesor de la corriente "Generación del 98". En 1924 es nombrado académico de la RAE.

En el paso del radicalismo a la moderación, Azorín basa el concepto de patriotismo desde el conocimiento del paisaje castellano (raíces de la antigua España), y de los hombres y costumbres que lo integran (intrahistoria). En los ensayos de Azorín el paisaje es el protagonista, es el conductor hacia la búsqueda de la identidad nacional, en total conexión con el concepto paisajista de Giner y el institucionismo. Azorín ve en el paisaje gineriano e institucionista la convivencia entre lo tradicional (antiguo) y el progreso (moderno), de ahí que conocer el paisaje era conocer la historia.

Esta conexión de Azorín con la ILE y su ideario, iniciada en Valencia a través del catedrático y colaborador de la Institución Libre Eduardo Soler y Pérez, queda reflejada en las pocas cartas que se conocen entre Azorín y Giner ("Azorín y Giner de los Ríos", Laureano Robles. Universidad de Salamanca); así como en varios artículos de J. M. Ruiz: "...De Giner hemos aprendido a no desdeñarnos de viajar modestamente y a no sentir humillación por ello. Giner ha comenzado a suscitar el gusto por las viejas ciudades españolas, por la vida de los labriegos, por las cosas humildes y cotidianas que antes pasaban inadvertidas..." (La Lectura, nº 185 de mayo de 1916); "...El espíritu de la Institución Libre -es decir, el espíritu de Giner- ha determinado al grupo de escritores de 1898; ese espíritu ha suscitado el amor a la Naturaleza y, consecuentemente, al paisaje y a las cosas españolas, castellanas..." (pag 7, ABC del 8 de febrero de 1916).

Como transmisor del "paisaje de Giner", Azorín no pasó por alto la Sierra de Guadarrama; en 1912 publica "Castilla", una obra compuesta por catorce ensayos, donde en el capítulo "Ventas, Posadas y Fondas" escribe:

"...Hay en España unos lugares desde donde la vista del viandante fatigado descubre, después de una penosa subida, un amplio, vasto, claro, luminoso panorama. Son los pasos de las montañas. Las viejas guías los señalan con sus pintorescos nombres y dan también la indicación de las ventas colocadas en ellos. Ahí están, en la carretera de Castilla á Galicia, el del Guadarrama, el de Manzanal y el de Fuencebada..."

La cuestión que estoy intentando resolver en esta serie de artículos, focalizada en la Sierra de Guadarrama, se la planteó Azorín para todo el territorio patrio en el libro "España Clara": "...¿Como ha nacido el gusto por el paisaje, por la Naturaleza, por los árboles y por las montañas en la literatura?..."; donde el autor establece la conexión entre la literatura y el paisaje, desde los tiempos de los clásicos, y que N. Ortega Cantero define como "Paisaje e Identidad Nacional":

"...La tierra del centro de España, aquí arriba en la elevada meseta, nos ofrece un panorama diverso. Las Montañas -Gredos, el Guadarrama- son más austeras, el color más sombrío. Desde lo alto del Paseo de Rosales, en Madrid, tendemos la vista y sólo percibimos, en la vegetación de la Casa de Campo y del Pardo, una sola nota fosca, severa, casi negra. Al fondo, con una luminosidad maravillosa, los picachos nevados del Guadarrama. Frente a este paisaje podemos leer a Quevedo; a Quevedo el del 'Buscón'..."

Si algún componente del 98 conectó profundamente con Giner, este fue Antonio Machado Ruíz (Sevilla 1875-Colliure 1939), que junto a su hermano Manuel, recibieron las enseñanzas como alumnos de Giner y otros maestros de la ILE. En 1883 se traslada a Madrid con su familia e ingresa en la Institución Libre para cursar estudios primarios, recibiendo las enseñanzas e influencias que marcarán buena parte de su obra. En uno de sus viajes a París conoce a Rubén Darío, siguiendo la estela modernista en sus inicios. Oposita para profesor de francés, consiguiendo plaza de instituto en Soria, ciudad que abandona tras la muerte de su esposa Leonor. Se traslada a Baeza, ciudad que le aburre y no lo calma la pena por Leonor; se titula en Filosofía y Letras, trasladándose a Segovia, donde conocerá a "Guiomar", su segundo gran amor. En 1927 es nombrado académico de la lengua (sin ocupar el sillón). Comenzada la Guerra Civil se ve obligado a refugiarse en Francia, donde vivirá exiliado hasta su muerte.

De su etapa en Soria, y con el ideario adquirido en la ILE, publica en 1912 "Campos de Castilla", donde es evidente (según los especialistas) el paso del Modernismo a los conceptos Noventayochistas con ciertos aires románticos. De las enseñanzas de Giner se aprecia su amor por la naturaleza, y por tanto, a la Sierra de Guadarrama "la sierra de mis tardes madrileñas".

Machado recoge en sus versos cada elemento del paisaje, siendo el encinar madrileño uno de sus protagonistas:

CIII Las Encinas (A los Sres. de Masriera)
"...y tú, encinar madrileño,
bajo Guadarrama frío,
tan hermoso, tan sombrío,
con tu adustez castellana
Corrigiendo,
la vanidad y el atuendo
y la hetiquez cortesana!..."

De sus continuos trayectos en tren entre su residencia en Segovia y Madrid, Machado se inspira para uno de sus más conocidos poemas:

CIV Camino de Balsaín, 1911
"¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas."

También dedicó Machado elogios a sus amigos, escritores de la época, compañeros de tertulias, como a José Ortega y Gasset, con Guadarrama compartiendo protagonismo:

CXL (Al joven meditador José Ortega y Gasset)
"...Cincel, martillo y piedra
y masones te sirvan; las montañas
de Guadarrama frío
te brinden el azul de sus entrañas,
meditador de otro Escorial sombrío..."

En 1924 publica "Nuevas Canciones", donde se puede apreciar las enseñanzas de la ILE en Machado, y como en las excursiones debían cumplimentar un formulario con todos los elementos y detalles que encontraran a su paso, y donde una ermita la consideraba elemento integrante del paisaje:

CLVIII (Canciones de Tierras Altas)
IX
"...En medio del campo,
tiene la ventana abierta
la ermita sin ermitaño.
.......................................
Lejos relumbra la piedra
del áspero Guadarrama.
Agua que brilla y no suena..."

El tren y el amigo no faltarán en este nuevo trabajo de Machado:

Iris de la Noche (A D. Ramón del Valle-Inclán)
X
"Hacia Madrid, una noche,
va el tren por el Guadarrama.
En el cielo el arco iris
que hacen la luna y el agua.
¡Oh luna de abril, serena,
que empuja las nubes blancas!..."

El Real Sanatorio de Guadarrama, ubicado cerca del Ventorrillo hasta su demolición, en el extremo sur de la Cuerda de las Cabrillas (que separa los valles de La Barranca y Navalmedio), fue también objeto de sus versos:

El Tren, Flor de Verbasco
"Sanatorio del alto Guadarrama,
más allá de la roca cenicienta
donde el chivo barbudo se encarama,
mansión de noche larga y fiebre lenta..."

Instalado en Segovia, Machado conoce a Pilar de Valderrama (Guiomar), su segundo gran amor, y su musa, a la que dedica algunos versos, combinando en ellos elementos dinámicos (el tren), con los estáticos (Sierra y retama). En la edición de 1933 de "Poesías Completas" aparecen las "Canciones a Guiomar":

CLXXIII Canciones a Guiomar
III
"...El tren devora y devora
día y riel. La retama
pasa en sombra; se desdora
el oro de Guadarrama..."

En febrero de 1915 muere Giner de los Ríos; desde Baeza, Machado escribe un elogio a la memoria del que fue su maestro, donde deja reflejadas algunas de sus virtudes, sencillez y humildad, y el amor a la naturaleza y la Sierra de Guadarrama. El poema se publica en marzo de 1915, nº 15 de la Revista Ilustrada de Alpinismo Peñalara:

A don Francisco Giner de los Ríos
"Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?... Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
........................................................
...¡Oh, sí, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama!
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
..........................................................
...Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España."
Baeza, 21 de febrero de 1915

La Obra Social Unicaja recupera unos manuscritos de los hermanos Machado, donde en el cuaderno nº 2 aparecen unos versos de Antonio nombrando a la Sierra de Guadarrama:

IX
"La fresca lluvia los pinos
de Guadarrama lavó;
por el campo y los caminos
del aire, el verano huyó."

Se publicaron unos poemas inéditos de A. Machado "Apuntes de Sierra", recopilados en 1932 por Gerardo Diego y publicados en "Poesía Española", y por Carcía Mercadal en 1936 en "Los Cantores de la Sierra":

Apuntes de Sierra
II
"Al pasar el puerto,
se le ceñía la capa,
se le volaba el sombrero.
El corazón desgreñado
tenía, al pasar el puerto."

III
"...¡A la luna llena!
Guadarrama pule
las uñas de piedra..."

Si hay un poeta que cantó a Guadarrama desde el profundo conocimiento de sus cumbres, collados, valles, barrancos, hoyos, caminos, sendas y veredas, no es otro que el olvidado (en cierta manera) Enrique de Mesa Rosales (Madrid 1878-Madrid 1929); una de las claves a este olvido, indefinido en el tiempo, y de no llegar a ser un poeta popular, la da Ramón Pérez de Ayala en el prólogo de "Cancionero Castellano": "...Una de dos: o D. Enrique de Mesa se rebaja, o el nivel literario del público se eleva...", y donde Ayala afirma de Mesa "...es un poeta de verdad...muy superior por lo sincero y generoso del fondo y lo acabado de la forma...". Poeta y montañero, asiduo ocupante de la Cartuja de El Paular, integrante del "Grupo de los Cinco", y uno de los doce fundadores del centenario club Peñalara. La estrecha relación de E. de Mesa con el Institucionismo de Giner le viene por su amigo y compañero de andanzas serranas Constancio B. de Quirós, los trabajos para la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), y los buenos amigos como Machado, Azaña, Pérez de Ayala y Ortega y Gasset.

Hijo de un general de artillería y descendiente de la nobleza, licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid, colabora en diferentes publicaciones liberales, y en el Ateneo de Madrid donde hace amistad con el secretario de la institución Manuel Azaña. En 1903 participa en un concurso literario de El Liberal con la que es su primera obra "Y Murió el Silencio". Contrario a la gestión política, y a la guerra del Rif, como deja constancia en el poema "Ya se van los quintos madre" y la oración "El retorno a la Patria", su postura antibelicista vuelve a salir a la luz durante la I Guerra Mundial con "Campos de Guerra". Crítico teatral, frecuenta el ambiente nocturno madrileño y se enamora de la cupletista La Fornarina (que no le corresponde), casándose posteriormente con la viuda del militar y excursionista Ibañez Marín. Su crítica al gobierno de la dictadura de Primo de Rivera provocan su destierro a Soria a finales de 1928, muriendo meses después en Madrid.

E. de Mesa no está catalogado unánimemente como integrante de la Generación del 98, como declara Annamaria Gallina en "Enrique de Mesa, Noventayochista Menor"; sin embargo la visión con la que describe Castilla y los elementos de su paisaje, la mirada evocadora hacia los clásicos de la literatura española, y cierto pesimismo hacia una España "marchita" y "desnuda, yerma y sola", hacen que algunos investigadores lo encuadren en ella. Ejemplo de la otra tendencia es Rafael Cansinos Assens en "La Nueva Literatura", al definir a Enrique de Mesa como "...un poeta Modernista; tiene su origen en esa zona del Novecientos, que fue ante todo una rápida y alocada simultaneidad de actitudes...".

Volviendo a la faceta montañera del poeta Enrique de Mesa, frecuentó la abandonada Cartuja de El Paular con el "Grupo de los Cinco", formado por Constancio B. de Quirós, Enrique de la Vega, Enrique G. Herreros, Luís Gorostizaga y el poeta. Las continuas estancias en las celdas de los cartujos, desde donde iniciaban sus excursiones por la zona, le inspiraron en la elaboración de la obra "El Silencio de la Cartuja", con la que gana en 1916 el premio Fastenrath otorgado por la RAE. En la introducción de este poemario nos dice:

"En la fragosa entraña de la sierra vecina hay un rincón apacible, de soledad y de ventura. Fue un tiempo retiro de monarcas, lugar de clausura y de rezo. Hoy está abandonado...En tu cóncavo silencio, vieja Cartuja, he logrado escucharme, atento sólo al ritmo perenne de la naturaleza, en el decurso inexorable de las horas..."

En el poema "Piedras Viejas", ensalza la abandonada y ruinosa Cartuja, a la que compara con la "Pobre España" en decadencia:

"Ceñidos de verdor los muros grises,
riberas del Lozoya,
en el silencio de la tarde quieta
se alza el vetusto monasterio en sombra.
........................................
España, ¡pobre España!,
desnuda, yerma y sola,
.......................................
Se oye un sonar de esquilas,
y en la tarde bucólica,
bajo la paz serena del crepúsculo,
al Monasterio los rebaños tornan."

Canta a las veredas, senderos, y trochas en "Las Veredas":

"Trochas duras de cabreros
perdidas en el pinar,
veredas blancas, senderos
ocultos del retamar.
......................................
Y tú, mi sendero santo,
que al claror de las estrellas
viste mojadas de llanto,
bajo mi paso, las huellas..."

Y a "Los Caminos":

"Caminos hondos del valle,
viejos caminos, callejas
hendidas de las rodadas
de campesinas carretas..."

En la "Elegía de Abril" Mesa dedica los versos a la memoria de su "inolvidable compañero de andanzas" Enrique de la Vega:

"¡Con cuánto alborozo,
traspuesto el pinar,
sendero del chozo
te vuelvo a pisar!
..............................
¡Oh quién te pudiera
por siempre pisar,
en esa ladera
que baja al Paular...!"

Enrique de Mesa no se olvida de quienes pueblan la Sierra y como sortean los elementos adversos. Así podemos leer en "Con los Buenos Cabreros":

"¿Adonde vais, los cabreros,
monte abajo por la agreste
loma de los Bailanderos? —
— Caminamos al hocino,
porque en la sierra, señor,
la nieve ciega el camino.
Trajo abril ventisca y hielo;
hambre para la llanura;
para los pastores, duelo;
que la rezaga inverniza
echó a los hatos el lobo
del canchal de la Pedriza.
Y hoy habernos de ganar,
antes que la noche cierre,
las cercas del Colmenar.—..."

Enrique de Mesa canta a Guadarrama y los elementos físicos de su paisaje (arroyos, roquedos, peñascos, nieve, bosques), sin olvidar el aspecto humanizado de la Sierra, los pueblos, sus habitantes y oficios que desempeñan (pastores, cabreros, labriegos, hacheros), así como los elementos que la mano del hombre incorpora en el paisaje (campanas, carretas, molinos, hatos); en definitiva, es el poeta de la naturaleza(castellana), de lo rural, alejando intencionadamente sus versos de los temas urbanos. Como montañero, la toponimia serrana está muy presente en sus poemas. Claros ejemplos de todo lo anterior, leemos en "Cancionero Castellano" (1911):

¿Por qué Corriendo te Quejas?...
"¿Por qué corriendo te quejas,
arroyo de Garcisancho,
si en tu correr rumoroso
nada te detiene el paso?..."

Pastores de Majavieja...
"Pastores de Majavieja,
zagales los del Hoyón,
los que apriscáis vuestras cabras
al pie del Cancho Mayor..."

y en "El Silencio de la Cartuja" (1916):

Con el Pastor del Relevo
"Hoy miércoles ha llegado
para el relevo el pastor.
El puerto de Navafría
con el alba tramontó.
...........................................
—¿A dónde va el cabrerizo?—
—Hacia el hato del Hoyón.—
—¿De donde viene?—
¡—De Casla
para servirle, señor.—"


La influencia que ejercen los clásicos en la poesía de E. de Mesa, en especial el Arcipreste de Hita y el Marqués de Santillana (Cansinos Assens le llama "el nuevo Arcipreste", que se asemeja más aun al noble trovador Iñigo Lopez de Mendoza), queda patente en algunas de sus composiciones de "Cancionero Castellano", con aires de romancero y serranillas:

Camino de Navafría
"Camino de Navafría
sube alegre la serrana,
golosa fruta temprana,
gala de la serranía.
.....................................
¿Cómo tan sola se atreve
a internarse en la vereda,
si aun luce al sol la roqueda
Su blanca toca de nieve...
.....................................
En su alborada feliz,
la moza el miedo desprecia,
hija de la «chata recia»
que diera amor a Juan Ruiz...
....................................
Moza: si por tu desliz
hoy Pinilla te desprecia,
válgate la «chata recia»
del arcipreste Juan Ruiz..."


Enrique de Mesa, pese a su corazón de poeta, no descuidó la prosa, publicando en 1905 "Flor Pagana", y en 1910 "Andanzas Serranas". Se observa en la prosa de Mesa el "aire poético" que se percibe de su palabra, de su sentir, como podemos comprobar en el texto "Santillana y Manzanares", que cierra el segundo de los libros en prosa citados:

"¡Pobre Manzanares! Poetas cortesanos hicieron sátira del desmedro de tu corriente. Lacayos y graciosos de comedia te infamaron con burlas y donaires.....No saben que hace siglos el fluir de tu caudal, señoril y ocioso, enseñó á un dulce poeta el ritmo ingenuo de sus serranillas.....¡Pobre Manzanares! Los que de ti se burlan, te infaman. No te han visto en tu manantial de pureza, cuando, sin ser cristal, aún eres blancor de nieve.....Quevedo, Lope y Tirso te insultaron. Yo, como los Santillanas, te veo bravo, pujante en las pedrizas, manso entre tomillos; oigo la armonía de tu corriente, cristalina y pura..." Manzanares el Real, 1908.

"Andanzas Serranas" está compuesto de catorce capítulos, y lo abre, como no podía ser de otra forma, con una descripción sobre "Peñalara", culmen de Guadarrama, y linde de las Dos Castillas, solo al alcance del alma y pluma de poeta:

"Contemplad su arrogante cabeza granítica, tocada de nieve, bañada de sol, destacándose del zarco cielo castellano.....En las praderas del valle florecen los narcisos blancos, los lirios, las margaritas.....Luego la tierra ondula, se quiebra y enrisca; el sendero repta entre robledales; la canción del agua es nuestra compañera. Acaso un labriego hachea en el pinar, y se oyen á intervalos acompasados los golpes secos y el gemir del tronco centenario; una voz de zagal suena perdida en la distancia; una esquila tintinea perezosa.....Esta es la Peña Lara, la más alta cumbre, señora de la serranía. Desde su risco más enhiesto se otean ambas Castillas: ella las separa..."

Si tuviera que resumir lo que Enrique de Mesa nos ofrece con su poesía, su yo interior, su sentir, su profundo amor a la Sierra (de Guadarrama), nada mejor que estos versos de la Serranilla "Corazón vete a la Sierra" integrante de "Cancionero Castellano":

"Corazón, vete a la sierra;
derrotado del amor,
viste sayal de pastor
y oye el cantar de la tierra...
.............................
¡La canción primaveral,
perenne cantar de amores
que con aroma de flores
acaricia el roquedal!...
.............................
Corazón, vete a la sierra
y acompasa tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de la tierra.!


Continuará...

BIBLIOGRAFÍA

"Historia de la literatura española", José García López. Editorial Vicens Vives.

"Camino de Perfección (Pasión Mística)", Pio Baroja. Ed. Rafael Caro Raggio, 1920 (Madrid).

"Divagaciones Apasionadas", Pio Baroja. Ed. Rafael Caro Raggio, 1924 (Madrid).

"Canciones del Suburbio", Pio Baroja. Ed. Caro Raggio, 1984 (Madrid).

"Castilla", Azorín. Ed. tipografía de la Revista Archivo, 1912 (Madrid).

"Cancionero Castellano", Enrique de Mesa. Ed. Renacimiento, 2º edición 1917, Madrid (archivo Biblioteca Nacional).

"El Silencio de la Cartuja", Enrique de Mesa. Ed. Renacimiento, 1916 Madrid (archivo Biblioteca Nacional).

"Los Reformadores de la España Contemporánea", Mª Dolores Gómez Molleda. Ed. C.S.I.C., 1966 (Madrid).

"España Clara", Azorín. Ed Doncel, 2ª edición 1973 (Madrid).

"Excursión Literaria por la Provincia de Madrid" capítulo IV, Sierra de Guadarrama, por Ricardo Valladares Roldán. Revista Cisneros nº 46 de 1972 y nº 47 de 1973 (Biblioteca virtual de Madrid).

"Enrique de Mesa, noventayochista menor", Annamaría Gallina. Actas del IV Congreso de la Asosiación Internacional de Hispanistas (AIH), Universidad de Salamanca (1971).

"Por la Sierra de Guadarrama", Cayetano Enríquez de Salamanca. Ed. Aro Artes Gráficas SA, 1981 (Madrid).

"Geografía Literaria de la Provincia de Madrid", José Fradejas Lebrero. Editado por el Instituto de Estudios Madrileños (CSIC), 2ª edición 1992 (Madrid).

"Realidad Histórica y Generación del 98", Antonio Heredia Soriano 1998 (Cuaderno Canela Vol. X).

"Paisaje y excursiones", Nicolás Ortega Cantero. Ed. Raices S.A. 2001 (Madrid).

"Memorias de Guadarrama", Julio Vías Alonso. Ediciones La Librería 2ª ed 2002 (Madrid).

"Peñalara, Revista Ilustrada de Alpinismo", Tomo II nº 13-24 (1915). Ed. R.S.E.A.P. y C.A.M. (2003).

"Poemas Inéditos, Manuscritos de los Hermanos Machado" Cuaderno 2. Ed. Fundación Unicaja (2005).

"Andanzas Serranas (Por Somosierra y Guadarrama)", Enrique de Mesa. Ed Maxtor, 2008 (Valladolid)

"Imagen del Paisaje: La Generación del 98 y Ortega y Gasset", Eduardo Martínez de Pisón. Ed. Fórcola, 2012 (Madrid).

"Campos de Castilla", Antonio Machado. Editorial Literanda, Colección Clásicos 2012.

"Enrique de Mesa, Cantor del Guadarrama", Matilde Carramiñana R., José Luis Fernandez G., Federico Suárez C., ejemplar nº 062. Ed. Brujuleando la Sierra, 2012 (Madrid).

"Revista Ilustrada de Alpinismo Peñalara", num. 543-I Trimestre 2013. Ed. Peñalara.

© Texto de Rafael Rodríguez

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